**Título: Escándalo en LN: El despido de Tomás Díaz Cueto y el oscuro trasfondo de un hackeo**
En un giro inesperado que sacude los cimientos del periodismo argentino, Tomás Díaz Cueto, uno de los movilero más destacados de La Nación Más, ha sido desvinculado de su puesto en medio de un escándalo que involucra un hackeo a su teléfono y la filtración de material comprometedor. Este episodio ha desatado una tormenta mediática que pone en tela de juicio la ética y la integridad de los medios de comunicación en el país.
La noticia de su despido fue anunciada por el reconocido periodista Ángel de Brito, quien reveló que la decisión se basó en motivos ideológicos. Según De Brito, la exposición pública y las posturas críticas de Díaz Cueto se volvieron un riesgo para un canal que busca mantener una imagen de neutralidad en tiempos de creciente polarización política. Sin embargo, la situación se complica aún más al conocerse que el movilero había sido víctima de un hackeo, donde material íntimo, incluyendo fotos y videos, había sido sustraído de su celular.
Díaz Cueto, conocido por su estilo provocador y su postura anti-kirchnerista, había estado en el ojo del huracán desde hace meses. La tensión en La Nación Más creció al punto de que su comportamiento y su actitud crítica generaron desconfianza entre los directivos, quienes temían que su presencia pudiera provocar un escándalo de alto impacto mediático. En un contexto donde la imagen del canal es crucial, el despido parece ser una maniobra para evitar que la situación se convierta en un desastre mayor.
El escándalo no solo ha afectado a Díaz Cueto, sino que también ha encendido el debate sobre la protección de los periodistas y la responsabilidad de los medios ante situaciones delicadas. ¿Por qué un medio no protege a su trabajador cuando se enfrenta a un posible escándalo personal? La falta de una respuesta oficial desde La Nación Más ha dejado a muchos cuestionando la ética del canal y su compromiso con la libertad de expresión.
La situación se torna aún más turbia cuando se considera que, según declaraciones de colegas, Díaz Cueto había sido objeto de críticas internas, donde algunos lo acusaban de ser un compañero difícil y de poner en riesgo al equipo con su estilo desbordado. Esta dinámica de hostilidad dentro del canal podría haber contribuido a su despido, convirtiendo el caso en una mezcla de censura ideológica y falta de apoyo en un momento crítico.
Mientras tanto, la posibilidad de que el material comprometedor filtrado pueda salir a la luz en cualquier momento ha dejado a muchos en alerta. La pregunta que persiste es si el despido de Díaz Cueto fue una estrategia defensiva para cortar por lo sano antes de que el escándalo estalle, o si realmente se trató de una cuestión ideológica. La incertidumbre y el silencio que rodean este caso solo aumentan la especulación y el interés público.
En un país donde la política y los medios están intrínsecamente ligados, el despido de Tomás Díaz Cueto no solo marca un punto de inflexión en su carrera, sino que también plantea importantes interrogantes sobre la libertad de prensa y la responsabilidad de los medios en la protección de sus empleados. La historia apenas comienza, y el eco de este escándalo seguramente resonará en el ámbito mediático durante mucho tiempo.