El Papa Francisco levantó el ánimo de los niños.


El Papa Francisco ha dejado una huella imborrable en el corazón de los niños de todo el mundo, convirtiéndose en un símbolo de compasión y esperanza durante más de una década. Con su sonrisa contagiosa y su calidez natural, el pontífice ha estado a la vanguardia de la defensa de los derechos de los niños, ofreciendo amor y apoyo a los más vulnerables en diversas ocasiones.

Durante su papado, el Papa Francisco ha compartido momentos memorables con niños de todas partes, desde Europa hasta América, pasando por África y más allá. Uno de los momentos más conmovedores se produjo cuando un niño con discapacidad auditiva subió al escenario, y el Papa, en un gesto de profunda empatía, le dijo a su madre que si el niño quería jugar, debía dejarlo estar. En una misa de bautismo en la Capilla Sixtina, tranquilizó a los padres diciendo: “Dejen que los niños lloren”, enfatizando la importancia de permitir que los niños expresen sus emociones.

El pontífice también ha extendido su abrazo a aquellos que más lo necesitan, como lo hizo con una joven con síndrome de Down en Washington, D.C., y durante su visita a refugiados ucranianos en un hospital en Roma. Su mensaje ha sido claro: cada niño importa, y su voz debe ser escuchada.

Alentando a la juventud a “hacer un desastre”, el Papa ha instado a los jóvenes a sacudir las estructuras de sus parroquias y a ser agentes de cambio en sus comunidades. Su humildad y sinceridad han sido características definitorias de su papado, dejando un legado de inclusión y amor que resonará entre las generaciones futuras. En un mundo que a menudo parece dividirse, el Papa Francisco ha sido un faro de luz, recordando a todos que la compasión es esencial para construir un futuro mejor.