A sus 58 años, Ricardo Finito López ha roto el silencio y ha dejado al mundo del boxeo conmocionado. En un emocionante relato sobre su vida y carrera, el legendario campeón ha compartido sus experiencias en el cuadrilátero, revelando su impresionante legado e inigualable técnica.
Desde su debut en 1985, Finito no solo se destacó por sus victorias, sino que transformó cada combate en una obra maestra del boxeo. Con más de 20 cortes en su rostro, cada cicatriz cuenta una historia de lucha y sacrificio; sin embargo, él nunca permitió que su tabique fuese roto, simbolizando su resistencia y determinación. Su estilo, cuidadosamente perfeccionado bajo la tutela de Don Cuco Hernández, lo llevó a convertirse en un verdadero maestro en el ring. “El boxeo no solo era golpear, sino una verdadera ciencia”, dice Finito, recordando su camino hacia la grandeza.
La noche en que conquistó el cinturón del CMB en Japón, el público lo aclamó como un héroe. Con una técnica imbatible y movimientos que deslumbraban, Finito no solo ganó; enseñó a sus rivales lo que significa ser un verdadero campeón. En el proceso, dejó una marca imborrable en la historia del boxeo, rivalizando con leyendas como Muhammad Alí y Julio César Chávez.
Su último combate, en el que se retiró invicto tras 22 defensas exitosas, fue un espectáculo que quedó grabado en la memoria de todos los presentes. A través de sus palabras, Finito revela secretos de su arte: “No era solo fuerza; era la perfección de la ejecución”. Su legado, una mezcla de técnica y poder, se mantiene como un faro para las nuevas generaciones de boxeadores.
Hoy, el mundo del boxeo no solo recuerda a Finito López como un guerrero; lo celebra como un fenómeno cuyo impacto perdurará por siempre.