**LO QUE ENCONTRARON EN LOS CUERPOS DE LOS FUGITIVOS ATERRORIZÓ A TODOS**
Una semana ha pasado desde que el país despertó con el estómago revuelto y el alma estremecida. La música se detuvo y la noticia estalló como un disparo: cinco integrantes del grupo Fugitivo fueron hallados muertos, no solo sin vida, sino carbonizados y mutilados, un espectáculo de horror que jamás se había imaginado. Durante días, el silencio se adueñó de las calles, un silencio denso, no por respeto, sino por miedo. Todos sabían que lo ocurrido era mucho más que un simple crimen.
Las autopsias, filtradas como un grito desesperado desde la muerte, revelaron un mensaje aterrador. Cada cuerpo, cada historia interrumpida, hablaba de una violencia calculada, de una operación diseñada para sembrar terror. Francisco, el joven y carismático vocalista, fue el primero en ser silenciado. Su cuello fracturado y las manos destrozadas contaron una historia de tortura y desesperación, como si hubiera intentado protegerse de un destino que ya conocía.
Nemesio, el más sabio, murió ahogado, un final cruel que sugiere un castigo metódico. Livan, con su risa contagiosa, fue ejecutado con una bala precisa, pero lo que más impactó fue su mutilación, un acto de humillación que resonó en el mundo del narcotráfico. Víctor, el soñador, fue desmembrado con herramientas afiladas mientras aún estaba vivo, una tortura que busca quebrantar el alma. Y José, el leal, pagó con su corazón, un símbolo de traición que dejó un mensaje claro: no hay perdón.
Estos jóvenes, que alguna vez brillaron en escenarios, fueron reducidos a sombras irreconocibles. El estado tuvo que recurrir a pruebas de ADN para identificarlos, lo que evidencia la brutalidad de un crimen que va más allá de lo imaginable. No fue un acto aislado; fue una ejecución sistemática, un mensaje de poder que envía ondas de terror a quienes aún respiran.
La pregunta queda en el aire: ¿hubo complicidad? ¿O es este solo el principio de una red oscura que aún no se ha desmantelado? En un mundo donde los muertos no tienen voz, es imperativo que la memoria de estos jóvenes no se apague entre expedientes sellados y declaraciones vacías.