Ernesto de Hannover, el príncipe más rebelde de Europa, se encuentra en un estado crítico en la unidad de cuidados intensivos de la clínica Ruber Internacional en Madrid. A sus 71 años, su vida se ha convertido en un drama médico, marcado por múltiples hospitalizaciones y una salud que pende de un hilo. A pesar de su delicado estado, su familia brilla por su ausencia: ni Carolina de Mónaco, su esposa legal, ni su hija Alexandra han mostrado interés en visitarlo.
La situación de Ernesto es alarmante. En solo dos meses, ha sido hospitalizado tres veces, lidiando con complicaciones graves que van más allá de simples achaques. Desde pancreatitis hasta un tumor maligno en el cuello, su salud ha ido en deterioro, y aunque su círculo cercano asegura que no hay motivo para alarmarse, la realidad parece ser mucho más cruda. La frialdad de su familia contrasta con su lucha por la vida, generando críticas y especulaciones sobre la relación entre ellos.
Mientras su pareja actual, Claudia Stileanopolis, lo acompaña en este difícil momento, la ausencia de Carolina y Alexandra es abrumadora. Alexandra, que se encontraba en un viaje oficial en Cuba durante la crisis de su padre, evita el tema y su silencio ha levantado más preguntas que respuestas. La relación entre padre e hija ha sido tensa desde la separación de Ernesto y Carolina en 2009, y los rumores indican que los lazos familiares están más que quebrados.
La vida de Ernesto, marcada por excesos y escándalos, parece haber llegado a su clímax en este momento crítico. La prensa alemana destaca la ironía de su soledad en sus últimos días, mientras su familia sigue adelante con sus vidas como si nada ocurriera. La incertidumbre sobre su futuro se cierne sobre el mundo aristocrático, que observa con expectación la evolución de su salud. ¿Qué pasará con el príncipe rebelde? La respuesta, por ahora, es incierta, pero el tiempo se está acabando.