** La Tragedia Silenciada de Manuela: Un Juego Fatal en Casa de los Salinas de Gortari**
En un giro escalofriante de la historia mexicana, la vida de una niña de apenas 12 años se apagó de manera trágica y repentina en la casa del expresidente Carlos Salinas de Gortari. Manuela, quien llegó a la Ciudad de México con sueños de ayudar a su familia, se convirtió en víctima de un accidente desgarrador que deja al descubierto las profundas desigualdades y la impunidad que rodean a las familias poderosas en el país.
El 18 de diciembre de 1951, un día que parecía normal, se tornó en pesadilla. Mientras la madre de los niños, Margarita, salió de compras, dejó a los pequeños al cuidado de una empleada. En medio de un juego inocente, Carlos, de solo cuatro años, encontró un rifle cargado que su padre había dejado al alcance. En un momento de pura tragedia, el niño disparó, acabando con la vida de Manuela, quien solo quería hacer su trabajo y enviar dinero a su hogar.
El horror no terminó ahí. La respuesta de la familia Salinas ante la tragedia fue un velo de silencio y la búsqueda de proteger su imagen. A pesar de la naturaleza del incidente, no hubo consecuencias legales para los adultos responsables ni se ofreció la más mínima indemnización a la familia de Manuela. El cuerpo de la niña fue tratado como un objeto desechable, y su hermana Juana se vio obligada a rogar por los fondos necesarios para darle un entierro digno.
La historia de Manuela no es solo un eco de un accidente sino un símbolo de las injusticias que enfrentan miles de niñas indígenas en México. Representa a aquellos que, en su búsqueda por una vida mejor, son víctimas de un sistema que las silencia y las olvida. En un país donde la pobreza y el clasismo se entrelazan, la tragedia de Manuela revela la cruda realidad de un México que sigue doliendo. Su nombre, aunque olvidado por muchos, debe resonar como un llamado a la justicia y a la memoria colectiva.