La trágica vida, caída y muerte de Bud Spencer


La vida de Bud Spencer, el gigante amable que conquistó el corazón de Italia, fue un viaje de resiliencia y alegría que terminó trágicamente el 27 de junio de 2016. Conocido por sus icónicas bofetadas y su gran corazón, Bud, cuyo verdadero nombre era Carlo Pedersoli, dejó una huella imborrable en la cultura popular, pero su historia va más allá de la pantalla.

Nacido en Nápoles en los años 20, Carlo vivió una infancia dorada que se desmoronó con la llegada de la Segunda Guerra Mundial. La guerra lo obligó a reconstruir su vida en Roma, donde se refugió en la natación, convirtiéndose en un héroe deportivo al romper récords nacionales. Sin embargo, la vida no le dio tregua; su familia emigró a Sudamérica en busca de un nuevo comienzo, y Carlo tuvo que aceptar trabajos humildes para sobrevivir.

A pesar de los desafíos, su pasión por el cine floreció. En 1967, adoptó el nombre artístico de Bud Spencer y se unió a Terence Hill, formando una de las parejas más queridas del cine. Juntos, hicieron reír a generaciones con su humor y camaradería, convirtiéndose en símbolos de una época.

A lo largo de su vida, Bud nunca dejó de explorar. Desde la política hasta la música, su curiosidad lo llevó a fundar una aerolínea y a componer canciones. Su espíritu indomable brilló incluso en sus últimos años, cuando, a pesar de su deterioro físico, continuó conectando con sus fans a través de las redes sociales.

Su muerte dejó un vacío en Italia. El 29 de junio de 2016, miles de personas se reunieron en Roma para rendir homenaje a un hombre que había sido parte de su infancia. La ceremonia fue un reflejo de su vida: llena de risas, amor y gratitud. Bud Spencer no solo dejó un legado cinematográfico, sino un recordatorio de que la verdadera fuerza proviene del corazón. Su espíritu vive en sus películas, en los recuerdos de quienes lo amaron y en la vida de su nieto, quien sigue llevando su legado.