Esta mañana, la confirmación de la muerte de Juliana Marins, una joven brasileña que había estado desaparecida durante cuatro días en una remota zona de Indonesia, ha dejado al país en estado de shock. La víctima, que había emprendido una peligrosa travesía en el volcán Injani, no sobrevivió a las adversas condiciones climáticas y a la falta de rescate oportuno.
El militar brasileño Vinícius dos Santos, quien conoce la región, expresó su preocupación sobre la precariedad de la infraestructura de seguridad en el área. “Desistí de hacer la misma ruta porque no me sentí seguro”, afirmó, destacando la falta de equipos de emergencia y la deficiente señalización. Las autoridades locales han sido criticadas por su respuesta lenta, lo que, según expertos, contribuyó a la tragedia.
Marcelo Gramani, geólogo del Instituto de Pesquisas Tecnológicas, subrayó que la ineficiencia del parque y la falta de un plan de emergencia adecuado fueron factores determinantes en la muerte de Juliana. “El sistema de rescate no estaba preparado”, afirmó, mientras la comunidad internacional exige respuestas y medidas inmediatas para evitar que esta tragedia se repita.
La muerte de Juliana no es un caso aislado; en los últimos cinco años, se han reportado al menos ocho muertes en el mismo lugar. La falta de regulación en el turismo de aventura en Indonesia pone en evidencia una alarmante negligencia hacia la seguridad de los turistas.
Mientras tanto, los familiares y amigos de Juliana lloran su pérdida, y el país entero se une en un llamado urgente a las autoridades para que se implementen medidas de seguridad que protejan a los viajeros en estos destinos de riesgo. La tragedia de Juliana Marins no solo es una pérdida personal, sino un grito desesperado por un cambio en las políticas de turismo en Indonesia.