Ucrania ha asestado un golpe devastador a la infraestructura militar rusa al hacer volar los cimientos del polémico puente de Crimea, un símbolo de la ocupación. Este ataque, ejecutado por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), se llevó a cabo en la madrugada de este martes, alrededor de las 4:44 hora local, utilizando 1,100 kg de explosivos colocados meticulosamente bajo el agua. Durante meses, los agentes del SBU trabajaron en esta operación especial, logrando su objetivo sin causar bajas entre la población civil.
El puente, inaugurado por el presidente ruso Vladimir Putin tras la anexión de Crimea en 2014, ha sido blanco de tres ataques ucranianos desde el inicio del conflicto. Según el SBU, su destrucción es un acto legítimo, ya que ha servido como una arteria logística crucial para el suministro al ejército ruso. “Crimea es Ucrania y cualquier expresión de la ocupación recibirá una respuesta contundente”, declaró Basil Maluk, jefe del SBU.
Este asalto no solo ha dañado la infraestructura, sino que ha dejado a aproximadamente 700,000 personas sin electricidad en las regiones ocupadas de Jerson y Zaporilla, donde los drones ucranianos han atacado instalaciones energéticas. Los funcionarios respaldados por Moscú informan que unas 104,000 personas están sin luz en Jerson, mientras que la situación se agrava en 457 localidades de Zaporilla.
La tensión sigue en aumento, ya que el Comité de Investigación ruso ha calificado los ataques como actos de terrorismo. En un contexto donde la guerra se intensifica, las fuerzas ucranianas continúan ejecutando operaciones estratégicas, reflejando meses de planificación y la determinación de recuperar el control sobre su territorio. La situación en el frente es crítica y los ecos de la explosión en el puente reverberan no solo en Crimea, sino en toda la región, marcando un nuevo capítulo en este conflicto desgarrador.